jueves, 4 de diciembre de 2008

BREVE DESCRIPCION DE LAS SOLEMNES EXEQUIAS ... 25 y 26 de Junio de 1779.


La constante ausencia física del Rey en los virreinatos del hemisferio occidental, ocasionó que muchos de las cualidades atribuidas a la realeza, en el imaginario de los súbditos americanos se hicieran extensivas al virrey. Por eso no resulta extraño que la muerte de un virrey representara un acontecimiento de suma importancia que a veces tomaba visos de perturbación y tristeza, especialmente cuando el ejercicio de su gobierno había resultado positivo, como en el caso del Sevillano Don Antonio María de Bucareli y Ursúa.
Siguiendo con la tradición, los albaceas D. José Martín de Cháves y D. Joaquín Antonio Dongo se encargaron de la conmemoración. Se erigió una pira fúnebre de tres cuerpos adornada con representaciones que aludían a la vida y logros del virrey. El eje temático sobre el que se desarrolló fue nada más y nada menos que la bóveda celeste. Durante las exequias se daba lectura a composiciones literarias en elogio del difunto, las más celebradas salieron de la pluma de D. Juan Gregorio de Campos:


No rindas, Noble México, el aliento
De tu dolor á la tirana suerte,
Porque el cielo te ha dado en una muerte
Aviso desengaño, y escarmiento.

Huye de la fortuna el movimiento
Siguiendo aquella vida, que te advierte.
Que con sus luces tu razón despierte,
Hallando en esa senda tu contento.


Por ella dirigió las luces bellas
De sus grandes acciones no lo dudes,
Dejando impresas numerosas huellas

Razón será que tu semblante mudes,
Que el cielo en tantas lenguas como estrellas
Publica cuantas fueron sus virtudes.

De lo acontecido durante las exequias, los albaceas procuraron dejar memoria encargando la impresión del escrito a Don Felipe de Zúñiga y Ontiveros. El virrey Bucareli fue sepultado en el cementerio adjunto a la colegiata de la Villa de Guadalupe.

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